
Le habían dicho que debía estar orgulloso de ser rey. Y serlo tenía sus ventajas: por ejemplo, si él quería, todos los días podía comer chocolate. Claro que si comía mucho chocolate, fuera o no rey, le dolía la panza.
Pero no lo dejaban ir a la plaza. Eso le molestaba mucho.
La verdad es que no era bueno ser rey.